La capacidad de sanar el mundo comienza en la mente de quien lo observa.

miércoles, 6 de enero de 2010

Los confines de la Consciencia

Hemos leído a los maestros de todos los tiempos contar que la verdad está dentro de nosotros mismos, que nada existe fuera, sino dentro; incluso el Reino del que Jesús habló a sus discípulos (cuya búsqueda se ha convertido en doctrina universal) es un estado interno. Y es a ese estado interno al que los hombres de todas las culturas y religiones han intentado llegar a través de diferentes técnicas mentales: meditación, ayuno, trance hipnótico, respiración holotrópica ... y estimuladores externos como alucinógenos, psicofármacos, música chamánica, etc.

Estos viajeros de la conciencia han regresado con el curioso mensaje que la realidad que nosotros tomamos como cierta no es más que un mundo dentro de mundos consecutivos, los cuales –y en palabras del chamán mexicano don Juan Matus- están ordenados como las capas de una cebolla. Si realmente, como describía el antropólogo Carlos Castaneda, hemos sido condicionados para percibir únicamente nuestro mundo y efectivamente tenemos capacidad de entrar en otros mundos tan reales, únicos y absolutos como el nuestro, podemos encontrar respuesta a una de las muchas incógnitas recogidas en la Biblia: “oiréis y no entenderéis, veréis y no conoceréis” (San Mateo 13,17).

Investigaciones científicas
En numerosas ocasiones hemos podido escuchar o leer que las posibilidades de nuestra mente son ilimitadas. Sin embargo, sólo utilizamos aproximadamente el diez por ciento de su capacidad: ¿Por qué?

La culturización del hemisferio izquierdo de nuestro cerebro ha relegado a un segundo plano los procesos del hemisferio derecho, perdiendo la sensibilidad –entre otras cosas- para contactar con esta conciencia multidimensional. Ya sabemos que dentro de las funciones del lóbulo izquierdo residen las funciones verbales y matemáticas. Este hemisferio se basa en el razonamiento lógico y anatítico. El lóbulo derecho, por su parte, se ocupa del lenguaje del cuerpo (gestos, movimientos faciales y corporales) y del reconocimiento de actividades artísticas como la capacidad musical. Es sede de la intuición, de la capacidad imaginativa y el temperamento artístico.

No está, por tanto, nada lejos de la verdad Daniel Cappan (profesor de Psicología de la Universidad de Toronto) cuando afirma que “la aparición del lenguaje relegó el pensamiento intuitivo a una zona profunda del inconsciente (...) pero ésta es una facultad innata que puede expresarse en todo momento”. Evidentemente sólo falta que nos entrenemos para ello, pues esta facultad, como ya veremos más adelante, está reservada para unos pocos.

El neurólogo Roger Sperry, premio Nobel en 1981, ya señaló que cuando el cerebro funciona en su totalidad, utilizando la conciencia unificada de ambos hemisferios, rinde más que cuando dispone de las propiedades de cada hemisferio por separado. En el caso de los sueños lúcidos el soñador toma conciencia de ser, es decir, somos conscientes de que soñamos. Pero esta sensación es muy breve, como si en este estado alterado de conciencia que es el sueño lúcido no pudieran coexistir conciencia y sueño (hemisferio izquierdo-hemisferio derecho) juntos mucho tiempo.
Aunque en estado bastante embrionario, las investigaciones llevadas a cabo por neurocirujanos sacaron a la luz que algunas partes del cerebro (especialmente la corteza cerebral o materia gris) podían sufrir daños graves, como consecuencia de un tumor, sin que ello provocara la pérdida de conocimiento. Sin embargo, según el psiquiatra Ian Oswald, partes del cerebro muy pequeñas y situadas en la parte inferior de éste (dentro del tronco cerebral), al ser aplastadas, aunque fuera levemente, provocan siempre la pérdida del conocimiento.

Del virus que provocaba la encefalitis letárgica o enfermedad del sueño, que azotó al mundo después de la Primera Guerra Mundial, se descubrió que afectaba al tronco cerebral y no a la corteza o materia gris. La somnolencia se debía al deterioro del funcionamiento del tronco cerebral. Por tanto, se desprende de todo esto que existe una zona maestra –ubicada en el tronco cerebral- que controla el sueño y vigilia. En la actualidad, se cree que la pérdida de conciencia se produce cuando la formación reticular deja de mandar suficientes impulsos nerviosos hacia la corteza cerebral. Pero éste no es el caso del sueño, ya que no debe ser considerado como un estado de inconsciencia. Durante parte del sueño somos conscientes, no del mundo exterior que conocemos, sino de un mundo interno o mundo de los sueños.

Chamanes

Cuando se habla de estados de conciencia alterada no podemos dejar de mencionar el mundo de los chamanes. Éstos son hechiceros de alto rango diseminados por Asia, América y África que participan de una serie de sueños y alucinaciones por medio de los cuales pueden curar y/o acceder a otras realidades invisibles. A través de estados de conciencia alterada (muchos creen ver enormes similitudes entre los fenómenos atribuidos al sonambulismo y al ensoñar de los chamanes) aseguran poder abrir compuertas energéticas y llevar su conciencia de ser a otros mundos tan reales y contundentes como el nuestro, entendiendo como nuestro el que todos percibimos como “real”.

Los chamanes creen que una gran fuerza o fuerza excepcional presta conciencia de ser a los recién nacidos (independientemente del organismo vivo del que se trate) y al final de la vida, esa misma fuerza le quita a cada uno de los diferentes seres, la conciencia de ser prestada y engrandecida por vivencias individuales.
Estas personas que han aprendido a penetrar en las realidades invisibles sumidas en un estado de trance autoprovocado, sobrepasan la percepción ordinaria del mundo cotidiano y entran en contacto con una poderosa energía que describen como increíble. Aseguran que estas visiones no son fruto de ninguna ilusión ni de los caprichos de la fantasía. Aspiran a llegar al infinito siendo conscientes de ello.

Para los chamanes, el tiempo (entendido como tiempo continuo espacial en el que los eventos se producen en una sucesión aparentemente irreversible que va desde el pasado hacia el futuro, a través del presente) es un pensamiento pensado. El ser humano, siendo parte de ese pensamiento pensado por fuerzas inconcebibles, todavía retendría un pequeño porcentaje de dicho pensamiento. Este pensamiento o conciencia, normalmente se abandona en el momento de morir.

Esta reflexión podríamos enlazarla con lo que Jung denominó el inconsciente colectivo, el archivo akhásico de los esoteristas o los campos morfogenéticos de Rupert Sheldrake (donde la mente está en contacto con los demás seres a través de una intrincada red de interacción), como si del sujeto entrara en capas de conciencia colectiva donde hubiese una comunicación viva entre todas las cosas del Universo.

Según el conocido psiquiatra transpersonal Stanislav Grof, la conciencia individual no sólo se halla relacionada con el entorno inmediato que nos rodea y con diversas épocas de nuestro pasado, sino que también nos conecta con acontecimientos que trascienden el alcance de nuestros sentidos y que se extienden hasta llegar a abarcar otros períodos de la historia de la naturaleza y el Cosmos.

Algunos opinan que cada célula por sí misma tiene una conciencia primaria. El antropólogo y brujo Carlos Castaneda, siguiendo las enseñanzas de don Juan, afirmaba que los chamanes podían conservar su conciencia, que normalmente se abandona en el momento de morir: “Al cruzar el umbral –explica- el cuerpo en su totalidad se inflama de conocimiento. Cada célula se torna, al instante, consciente de la totalidad del cuerpo”. Hoy se sabe que las células tienen conciencia individual y que cada grupo de células tiene, de alguna forma, una conciencia colectiva de grupo, menos compleja, pero conciencia inteligente.

Estimuladores externos

El uso de plantas alucinógenas en el entorno de sanación y videncia se remonta al origen de los primeros asentamientos en Mesoamérica. Definidos como amplificadores de la conciencia, constituyen substancias psicoactivas que provocan efectos sobre la mente y el entendimiento humanos. Plantas como el derrumbe, mescalito, amanita muscaria (seta visionaria), cactus del peyote, ayahuasca y yagé han sido utilizadas por los chamanes de todo el mundo para potenciar las capacidades paranormales, como la videncia y la telepatía, que dicen latentes en cada uno de nosotros.

Los “viajeros de la conciencia” que han utilizado este tipo de substancias enteógenas dicen haber recorrido espacios más lejanos de la tierra, más allá de la Vía Láctea. Durante estos “viajes” (que identificamos como los famosos viajes astrales) explican haber entrado en contacto con otras civilizaciones y otras entidades de orden espiritual que se han integrado con los elementos terrenales de la naturaleza.

Para los jíbaros (habitantes del curso superior del río Amazonas), nuestro mundo es un engaño, una ilusión que encubre la auténtica realidad sobrenatural. Los habitantes de esta tribu acostumbran a ingerir una bebida alucinógena llamada yagé. Esta droga desencadena realmente una capacidad paranormal que les permite ver cosas y hechos que tienen lugar, a veces, a kilómetros de distancia (bilocaciones).
La ayahuasca es una de las más poderosas plantas alucinógenas que se conocen y a la que se le otorga la capacidad de conectar al ser humano con otras dimensiones de la mente. La ayahuasca, que en quéchua significa la soga del muerto, pertenece a la familia de las malpigiacias y contiene un alcaloide llamado banisterina. Este alcaloide tiene como principio activo la telepatina, que no provoca adicción.

Junto con el peyote mexicano, estas substancias son capaces de anular el mundo del lenguaje tal y como lo conocemos, pero sin disminuir la capacidad de recordar o pensar. Las impresiones visuales y los colores se intensifican y las relaciones espacio-temporales desaparecen (al menos de la manera como las concebimos). Volvemos a ver las cosas “con la mirada de un niño”, y además de las facultades extrasensoriales antes mencionadas y del acceso a mundos inusitados, se nos revela un conocimiento total sobre la existencia.

El descubrimiento –a finales de los cuarenta, primeros de los cincuenta- del ácido lisérgico (el famoso LSD), llevó a los hombres y mujeres occidentales a encontrar en las drogas psicoactivas un apoyo para acceder a estos estados de conciencia que la civilización moderna, atrapada en la realidad material, le negaba. Se multiplicaron las investigaciones sobre los límites de la percepción ordinaria y los científicos empezaron a contrastar que los fenómenos que describían chamanes, brujos y magos; se correspondían con las experiencias de psiquiatras, psicólogos, pacientes de psicoterapia o enfermos terminales.

Actualmente el MDMA (más conocido como éxtasis) es la droga favorita de los buscadores espirituales de la Nueva Era y yuppies. Su consumo, amén de multitud de efectos secundarios, perturba gravemente los sistemas químicos del cerebro, afectando a las terminaciones de las células cerebrales básicas conocidas como axones. Según George Ricaurte, neurólogo de la Universidad John Hopkins “cuando estas células vuelven a crecer al cabo de meses, lo hacen de forma anormal.”

Apostamos para que Occidente despierte su conciencia sin el empleo de drogas enteógenas, utilizando, en este ejercicio de introspección, técnicas tales como el canto o el baile, tambores, música chamánica... El uso de determinadas prácticas ascéticas como la meditación, el ayuno y los momentos de recogimiento nos ayudarán a evolucionar hacia esas otras realidades invisibles. Quizás así, y sólo así, podamos –como decía el físico francés Patrick Drouot- aprender a generar puertas dimensionales con nuestro cerebro, permitiéndonos acceder a otros niveles de conciencia “superiores”, requisito indispensable para la evolución de la especie humana.

2 comentarios:

  1. Como personas nos atribuimos Consciencia, tenemos que saber que formamos parte intrínseca de un todo universal y que nuestro ser, de adquirir el conocimiento descrito en el comentario, debemos sintetizarlo en esencia. El comentario es breve, pero cualquier explanación sobre él, sería muy compleja, porque se han amalgamado decenas de capítulos diferentes asociados a la consciencia. Desde el método físico, a las drogas astrales, poderes mentales, sublimación bioquímica re-co-creativa del ADN, a la meditación ascética, etc. Estos caminos NO nos llevarán al centro, sólo estaremos dando vueltas por la espiral; que está bien como aprendizaje de la personalidad, pero no es la aspiración del alma.
    El camino, el objetivo es alinear la mente, vinculada con el alma y el cerebro; en este orden. No olvidemos que lo que realmente importa es la comprensión espiritual superior y que las facultades cognitivas parciales descritas en el comentario no constituyan obstáculos. Por cierto, la llave de acceso a ese Centro Consciente, es la ausencia del ego e incluso del no-ego.

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